viernes, 11 de febrero de 2011


I'm like a bird, I'll only fly away.  I don't know where my soul is, I don't know where my home is .

jueves, 10 de febrero de 2011

Marley and me.

"Un perro no busca autos grandes, casas lujosas o ropa de diseñadores. Con agua y comida estará bien. No les importa si eres pobre o rico. Listo o tonto. Inteligente o estúpido. Dale tu corazón y el te dará el suyo. ¿Cuántas personas pueden hacerte sentir así, puro y especial? ¿Cuántas personas pueden hacerte sentir extraordinario?"

Cómo me hizo llorar esta película... Cuando la ví me
acordé de mi primer perra, Tati; se unió a la familia
un tiempito despues que yo naciera y nos acompañó
hasta casi mis 16 años. La extraño horrores!!! Hermosa película!

...


She's all alone again
wiping the tears from her eyes.
Some days he feels like dying,
she gets so sick of crying.

She sees the mirror of herself.

An image she wants to sell
to anyone willing to buy.

miércoles, 9 de febrero de 2011

*

Mi antojo más grande es verme bien.

-

Si quieres algo ahora, debiste haber hecho algo ayer...
¿Qué harás ahora?

La perturbadora historia de una adolescente.

Volviendo a mi libro predilecto, Abzurdah, quiero dejarles las frases que más me llegaron de este libro, ¿Por qué me llegaron? Porque me tocó vivirlas, sentirlas, padecerlas, tocarlas, olerlas, odiarlas y amarlas... Así de simple.

ABZURDAH es más que un puñado de definiciones. Tengo mucho que contar, fue mucho lo que sufrí. Bueno… “sufrí”. Irónicamente hay quienes eligen estar enfermas y llega un punto donde hasta disfrutas de ello...


Yo no soy la Cenicienta, ni Hansel y Gretel. Soy más bien el lobo. Un lobo confundido, ultrajado y autodestructivo.

No soy una mujer a quien las cosas le fueron difíciles en la vida, nunca me tocó sufrir problemas de dinero, ni problemas de divorcios de padres, ni problemas escolares, digamos que siempre tuve una vida lo suficientemente calma como para aburrirme hasta límites insospechados. Lo cual no quiere decir que haya tenido una vida perfecta: muy por el contrario: creo que tanto aburrimiento y tanto “no pasa naranja” me llevaron a angustiarme por la nada misma.

Así es el ser humano: subjetivo y con memoria selectiva.

Sí, tengo miedo al fracaso. Por eso odio los exámenes y odio que mucha gente lea este libro y pueda criticarme. Pero con el tiempo y con los retos de mi vida me di cuenta de que lo que piensa la gente no me interesa, o que al menos puedo fingir que no me interesa y puedo hacer que la gente crea que soy autosuficiente. Lo cierto es que me interesa por demás de la línea de lo normal o esperado. Sí, claro. Siempre excediendo esa línea.

No se puede extrañar algo que nunca se tuvo...

Es decir: yo no tenía problemas de depresión porque era anoréxica sino que era anoréxica a raíz de que tenía problemas de depresión. Porque, seamos sinceros, una persona feliz no deja de comer durante x cantidad de días. Una persona feliz y despreocupada, una persona “normal” (si es que existe aquello) no cuenta cada caloría: simplemente come. Y en última instancia, si engorda hace dieta NORMAL y tema acabado.

Si hablamos en serio tengo que decir que todavía me asustan dos cosas más que nada en el mundo (es decir, de las cosas que se me ocurren ahora). Y esas dos cosas son el abandono y el reemplazo. Los dos por igual. En realidad son casi lo mismo. Toda la vida me sentí reemplazada y lo cierto es que no sé luchar cuando me están desplazando. Cuando llega a mi familia, a mi grupo de amigas o a mi vida un par, simplemente opto por retirarme, siento que no puedo ser competencia de nadie. El tema acá sería preguntarse por qué me siento amenazada cuando estoy entre pares, entender por qué tengo esa necesidad de competencia que para mí antes de comenzar ya es desleal.

Por fin estaba saboreando un poco de victoria. Y era dulce, casi sin calorías. Perfecta.

Es sabido que cuando uno siente que las cosas no pueden ser mejor o que por lo menos está viviendo un estúpido y frágil equilibrio vital, las mismas tienden a desmoronarse casi instantáneamente. Es así, una regla vital, una estúpida consecuencia de la conciencia. Porque quizás uno al pensarlo se está llenando de miedo la vida y se está abriendo al mismo tiempo a las malas vibras. Tengo la alucinación de que cuando uno es ignorante de su propia felicidad puede conservarla mucho más tiempo y en mejor estado.

Supongo que prefiero hacer las cosas sin ayuda, sola. No me gusta que me molesten, que alboroten mi concentración, que me disturben. Aprecio más que nada mi vida interior, mi exquisito mundo privado, aquel que aunque quisiera no podría explicar. Es tan fructífero, es de tantos colores y tiene tantísimos matices que no se podría entender la dimensión ni la importancia que yace en ellos. Quisiera explicarlo. Quisiera que mi ocio tuviera sentido para la sociedad: y sin embargo soy condenada.

Más tarde llegué a pensar que tal cosa llamada amistad realmente no existía. Que era solo un rótulo para cagar a la gente por la espalda y esconder la piedra bajo el grito de “¡¡cómo te voy a hacer eso si somos amigos!!”. Me costó mucho deshacerme de esa idea tan convincente y cierta. Me supuso un esfuerzo enorme hacerme creer que estaba errada, descartar esa idea de mi cabeza. Finalmente casi lo logro.

En conclusión: me creía una mierda entonces tenía que actuar superficialmente, como si nada me afectara.

Lo doloroso es que definitivamente así se quede uno: siendo una maldita obsesiva. Supuse que tenía que superarlo… pero nada parecía cambiar.

Un clavo sacó a otro clavo… en realidad esta vez un clavo oxidó al otro.

Una obsesión que me consume, que me mata, que me hiere y que aún así defiendo.

Siempre odié mis cumpleaños. Supongo que porque es el festejo del día en que nací y últimamente estoy en contra de ese día. Desde chica, los detestaba.

Yo estaba feliz y aún así, no estaba conforme. Algo muy fuerte pasaba adentro mío: el estúpido sentimiento de desesperación, de abandono.

Me había convertido en una persona desdeñosa, alguien que no sabía gratificar a otros, que siempre buscaba el placer propio.

Aunque habíamos prometido no hacerlo, terminamos yendo a un cuarto de hotel. No era algo que pudiésemos decidir, vernos y no tener sexo estaba lejos de nuestra imaginación más remota.

Lo culpo de mi soledad, de mi miedo a las personas, de mi desconfianza en general, de mi despecho.

Siempre ahogo mis sensaciones, mis deseos, mis sentimientos, mis miserias y alegrías. Lo suprimo todo, eternamente, porque a tiempos es menos doloroso dejar de sentir.
Cuando dejo de sentir empiezo a pensar. Me hago preguntas racionales y me contesto sin mayores problemas. Y la vida es así: fácil, cerebral.

Los dos tenemos problemas de concentración: nos aburre todo. Es decir, no solamente lo que son obligaciones, me refiero a todo.

Yo no puedo estar con alguien más de un día, la gente me aburre. Después de ese tiempo prudencial necesito estar sola, estar en mi cama sola, estar en el baño sola o simplemente mirando televisión. La compañía muchas veces se convierte en estorbo con el correr de las horas. Es decir, no soy antisocial, no quiero sonar a cuarentona soltera, pero es cierto que necesito de mi privacidad y que me molesta que la gente no sepa cuándo retirarse. Ojalá alguien alguna vez inventara un interruptor que les avise a las personas cuándo es el momento exacto en que empiezan a ser un estorbo.

¿Por qué me siento tan fuera de lugar?

Así soy: extremista hasta límites insospechados.

Soy una persona que desechó su pasado, evita tener un presente y prohíbe cualquier futuro (sin vida no se puede estar). Tengo que encontrar una causa, una estrategia, un fin. Tengo que encontrar mi “para qué”. Siempre viví por otros...

Alejandro me dijo algo que me dejó pensando. “Vos no vivis la vida, sufris la vida. Tenés que disfrutar un poco más y no sufrir tanto”. Quizás tenga razón.

Soy yo, entre la neblina buscando el camino de vuelta a ninguna parte.

Nadie sabía cuáles eran mis límites porque yo me había encargado de hacer de mi vida una mentira.

Se me llenó la cabeza de preguntas, el inconsciente de nostalgia y el presente de necesidades.

Era inmune a todo, nada me afectaba.

¿Importa saber cuál es el límite? Yo no lo reconozco, pero mi mente hace un “clic” que indica peligro: “o paras ahora o el suicidio es inminente”.

Todo en mí me daba signos de inestabilidad, de odio supremo hacia mí misma. Aunque estaba en paz, necesitaba algo de acción. Y no quiero decir que busque los problemas, es algo que yace más allá del límite entre lo moral e inmoral, lo bueno o destructivo para uno. Va más allá de un límite, de cualquiera de ellos.

Era más bien un vegetal sincronizado con un horario universitario, que reía más de lo que se le pedía solo por no preocupar a terceros. Era una maldita planta, un mentiroso y sucio vegetal.

Me estoy dejando morir. No por dejar de comer, sino porque mi alma es nula: se me fue. Estoy cansada y débil.

Mi vida es una balada para un ciego: porque hay que estar ciego para no darse cuenta de que me estoy haciendo muy mal: estoy a punto de cometer un crimen en contra de mi alma. Estoy loca porque me autodestruyo, el instinto de conservación lo perdí hace años.

Dejé de comer. Y no quiero decir que comía poco: simplemente dejé de comer. Tomaba agua como si aquello fuese a calentarme el alma o a reactivar mis neuronas: era la persona más hidratada y descerebrada que había conocido jamás. Y no digo descerebrada de forma despectiva: quiero decir que cuando estás muriendo de hambre (y no es una metáfora) el cerebro no funciona correctamente. La sangre irrigada se destina a los órganos que la necesitan vital y prioritariamente: como mi corazón tenía que seguir latiendo, la sangre que antes corría en mi cerebro, ahora se focalizaba en mi corazón, lo cual me dejaba tonta y con arritmia.

Ahora podía dejar de comer, podía mentir sin límites, podía manipular a la gente y manipular verdades hasta convertirlas en mentiras de mármol, costosas pero irrompibles.

Me estaba consumiendo, lo sabía y no podía dejar de disfrutarlo.

Cada kilo de más un recordatorio del cerdo que había sido todos esos años, del odio hacia mi misma: de la repugnancia.

Cuando uno es anoréxico piensa que es inteligente y que los demás son todos tontos, o despistados, o que no se interesan por uno y por eso se presupone que cualquier tonta excusa es válida.
Lo que uno no sabe es que los diagnósticos están hechos porque hay comportamientos que se repiten, porque la enfermedad no es única (aunque creas que como te tocó a vos no le va a tocar a nadie). Son comportamientos seriados, no le pasa a cientos de chicos y chicas, les pasa a miles en todo el mundo. De todas maneras te sabés (sí, ¡¡sabés!!) la persona más inteligente jamás nacida y con tanto ego como para darle clases de filosofía a Sartre.

Pronto tenía la casilla de emails repleta de mensajes de otras chicas anoréxicas intercambiándonos consejos y brindándonos apoyo en nuestro progresivo camino a la muerte (a quien confundíamos con “perfección”).

La anorexia no era un desorden alimentario sino un estilo de vida.

Yo no ando por la vida diciéndole a la gente que coma o que deje de comer. Simplemente cada uno es libre de hacer lo que quiera con su estomago, con sus glándulas salivales, con sus vómitos y con su ingesta de calorías. Yo no estoy molestando a nadie, no estoy invadiendo propiedad privada, no estoy evadiendo impuestos, ni robando, ni matando ni nada parecido. Solamente estoy tratando de cumplir mi cometido. ¿Cuál? Un simple ayuno de diez días. ¿Por qué quiero hacerlo? Porque me hace sentir bien, porque tengo ganas, porque me aburro, porque si. Suficiente.

No tengo miedo de morirme, pero no es eso lo que busco. No quiero que la gente me amenace y se olvide de lo que soy capaz. Sé que no me tiembla la mano a la hora de pegarme un tiro y mis palabras a veces pueden ser tiroteos en contra de alguien: pueden doler mucho más que una cachetada y durar mucho más en la consciencia. Entonces, no quiero ser mala, irónica, no quiero sentirme culpable, no quiero tener que cargar con las penas de los demás por una causa que NO MERECE LA PENA.

Quiero verme bien, tengo las herramientas para hacerlo ¿Por qué esconderme debajo de la piel y debajo de la grasa? ¿Si puedo alcanzar mi meta, si puedo alcanzar mi GOL, por qué no hacerlo? Estoy poniendo en esto más empeño de lo que le puse alguna vez a cualquier cosa en mi vida. Siento que luchar por mis derechos es UN DERECHO. Siento que si no lo hago yo no lo va a hacer nadie más. Porque todas pensamos igual pero muchas están escondidas detrás del miedo, de la vergüenza o de las críticas ajenas de personas que creen saber más de anorexia solo por estudiar de un librito que alguien escribió hace cientos de años.
¿Quién puede saber más de anorexia que nosotras, las propias anoréxicas? Aseguro que ningún medio, medico, psicólogo o psiquiatra.

Me siento mareada y el hambre se me fue. No tengo sueño pero estoy muy cansada. La anorexia es así: te lleva, te trae, te atrapa, te deja ir. Te ilusiona, te ampara, te ilumina, te destruye. Estoy preparada para jugar; que empiece la partida.

No es lo mismo hablarle a alguien que no sabe qué estás sintiendo; es difícil que alguien entienda el nivel de locura que trae el hambre consigo, lo mucho que nos cuesta levantarnos o las escasas ganas de vivir que nos provoca.

¿Por qué ser Pro-ana? Ser pro ana es un DERECHO, porque tenemos derecho a elegir. Tenemos que hacernos valer, porque nadie puede obligarnos a hacer algo que no queremos. Si la gente quiere ponerse a dieta, lo hacen... nadie les dice nada. ¿Por qué nosotras tenemos que ser criticadas? ¡Solamente estamos tratando de sentirnos bien! Estamos tratando de ser lo más puras posible... y también vamos a hacer lo IMPOSIBLE. La anorexia no es para todos, así que va a haber gente que no nos va a entender. Pero nos vamos a hacer cada vez más fuertes.

No admires lo que sos sino lo que podés llegar a ser. No se puede ser demasiado rico ni demasiado flaco. El dolor es temporal, la gloria es eterna. El hambre duele pero funciona. Los huesos definen quiénes somos realmente, dejá que se vean. Comé menos, pesá menos. Mi cuerpo es puro: es un pecado corromperlo con comida.

Ese es el tema con la anorexia: cuesta definir los límites y casi nunca las cosas salen como las planeaste.

Necesitaba verme los huesos de la cadera, los huesos en mi espalda, las costillas puntiagudas que me dolían al dormir. ¡Aquel dolor exquisito! Calambres en las piernas y el cerebro en remojo. Un cuerpo perfecto para una mujer perfecta. Y sin embargo aún no era feliz.

Yo misma me había convertido en una mujer triste, fría y superficial.

Desafortunadamente yo tampoco sabía que me estaba descarrilando y que aquel tren no tenía frenos.

No pertenecía a ningún lugar y en ninguno me sentía cómoda.

Es ridículo que la gente se meta con mi estilo de vida, yo no sanciono a las gordas porque se van a morir a causa de grasa acumulada ¿por qué ellos tienen que vigilarme a mí?

No quiero elegir, no me gusta elegir. Quiero estar con vos. Nunca lo entendiste.

Entiendo su enojo porque fui consciente de lo poco que comí, pero tampoco creo que la comida sea la base del bienestar humano. Es decir ¿nadie entiende que así yo me siento bien? Bueno, la respuesta es no: nadie lo entiende. Yo creía en ese momento, y sigo creyendo fervientemente, que lo importante es el bienestar del alma, del ser humano como conjunto. A algunas personas solamente les interesaba verme comer, aun sabiendo que aquello me ponía de pésimo humor, me hacía sentir obesa y sumamente infeliz.

Cuando sos anoréxica, bulímica y te rehusas a buscar ayuda porque crees que te las sabés todas, empezá a buscar una lápida que te guste porque estás cerca de la muerte.

No podía contarles mi malestar a mis amigas porque automáticamente habían dejado de serlo; tampoco podía hablar con mis viejos, tenía mucho miedo de que me internasen. Lo único que me quedaba por hacer era hablar con Alejandro, aunque supiese que tarde o temprano iba a cansarse de lidiar con mi estilo de vida y mi obsesión congénita a su persona. Tenía que elegir: ser perfecta o estar con Alejandro y tener amigas y una familia que me amaba. Elegí ser perfecta, o intentar serlo al menos.

Siempre me limité a decir que era una infeliz sin remedio.

Mi estabilidad mental era precaria y no soportaba grandes desafíos, así que hubiera preferido no volver jamás a aquella casa que no era un hogar.

Todo me daba lo mismo, necesitaba comer, necesitaba tener cosas en la boca y masticar y sentir el gusto de la comida de nuevo y masticarla a Romina, despedazarlo a Alejandro y tragarme a Ulises. Minutos después me encontré en el inodoro vomitando todo lo que había consumido. Me daba cuenta de que ya no quedaba nada adentro mío cuando salían hilos de sangre en lugar de comida y un gusto ácido me llenaba el cuerpo de soledad otra vez.

Mi angustia oral crecía día a día.

Al menos creían que estaba luchando con fuerzas en contra de mi diosa Ana.
No estaba luchando en contra de nadie más que de mí misma. Estaba pendiendo entre la vida y la muerte, esperando sin esperanzas que apareciese un signo, una persona, un gesto, un abrazo, una palabra que me salvase de mi muerte inminente.

Me cuesta muchísimo describirme sin estar mintiendo acerca de mi misma. No puedo describirme porque no sé quién soy.
Tengo problemas de constancia con la gente: cada acción, cada palabra, los tomo como si no tuvieran un contexto, como si no pendieran de algo más. Y el insoportable sentimiento de sentir que está “todo bien” o “todo mal”. Conmigo no hay medias tintas, con los border no hay grises. Lo pavoroso es que lo que en este momento está bien en cinco minutos puede terminar siendo lo peor que me sucedió en la vida.

Me faltaba mucho por ver y tenía mucho por hacer, pero no podía seguir viviendo de esa manera.
Hay una diferencia abismal entre querer morir y no querer vivir de determinada manera. Yo no quería seguir viviendo como hasta ese momento, pero decididamente no hice buenas elecciones y me encaminé hacia el oscuro pantano que tenía como única salida una muerte escabrosa.

No puedo explicar lo que no-comer produce en el cerebro. Creo que todavía no estoy abstraída totalmente como para contarlo así, con aires desentendidos, pero al menos voy a intentarlo. No comer genera desgano, genera enemistades inexistentes, hace que quienes te aman muten en enemigos mortales. Hace que quieras huir de tu casa, de tu cuerpo, de tu cabeza: todo te agota, te hace sentir un cadáver odioso al que todos temen acercarse. Muchos porque no saben qué esperar de vos y otros tantos porque tienen miedo de que te mueras si te hablan. Yo me estaba muriendo aunque la gente no se me acercaba. No comer, además, vuelve el alimento un enemigo íntimo: “lo que me alimenta me destruye” solía decir.

Contradicciones, mi vida fue siempre una absurda contradicción donde lo que hoy es mañana quizás no lo es tanto, donde lo que hoy me hace vivir en tiempos futuros puede aniquilarme. Siempre tuve miedo a escondidas. Miedo de mí, de por fin terminar comiéndome.


Eran horas insoportables donde no hacía más que tocarme los huesos y repetirme que “es el precio que hay que pagar por ser perfecta”. Mentira, no era ningún precio, no estaba llegando a la perfección, me estaba hundiendo cada día más y más profundo. Pronto iba a llegar al límite donde no había nada más debajo mío y ese día iba a ser el fin.


La anorexia es ya un estilo de vida y algo de donde jamás voy a salir y no es que pretenda vivir mucho más, pero en la vida se toman decisiones y mientras no afecten a otros no se hace ningún daño. Ana es mucho más que un espectro deambulante. Es una razón, una meta, un camino y un fin en si misma. Es una diosa todopoderosa que se lleva de mí todo aquello que sobra, que no hace falta. Sus penas se arreglan con un café con edulcorante.
Ana no tiene muchas exigencias: solo me obliga a serle fiel. Y cuando no siente que la merezco, se acerca a mí otro ángel, la bulimia, y me ayuda a darme cuenta de que Ana es menos peligrosa y no me daña. No es una obsesión y es tan perfecta que no da a conocer su rostro, porque todos lo llevamos dentro, pero solo algunos elegidos sabemos cómo llegar a ella.
¿Qué te llevó, Ana, a elegirme? ¿Por qué me diste la gracia de conocerte? Comí del fruto prohibido y vi que era un monstruo pero con tu ayuda voy a convertirme en una mujer merecedora de tu amor. Mi admiración por vos va a ser el pago por ser perfecta, algún día, cuando mi carne haya desaparecido y solo queden mis huesos. Mis huesos y vos.
No te ofendas Ana cuando te abucheen. Perdonalos porque no saben lo que hacen. Rezá por mí, Ana, y liberame de este infierno congelado donde vivo. Soy tuya enteramente. Te amo hasta los huesos. Dejame cerrar mis ojos para siempre.

Alejandro desapareció: los hombres saben cómo solucionar los problemas de sus parejas, lo hacen huyendo. Ojalá algún día encuentre a un hombre que no sea un cobarde, que se comprometa conmigo y con mi historia. Que no tema a lo que soy, a lo que fui y ya no soy y a lo que posiblemente pueda llegar a ser. Pero no: todos ellos huyen, porque es más fácil desaparecer que hacerse cargo o tomar posición en una situación dolorosa. Nadie sabe enfrentar el dolor. ¿Cómo podía explicarle a Alejandro que mi deseo no era pesar cinco kilos? Yo quería desaparecer del todo. Un día dormirme y jamás despertarme. Quería una muerte silenciosa...

Te das cuenta que te pasaste la vida actuando: pensando que si te disfrazabas con diferentes personalidades ibas a poder por fin tapar tu verdadero ser: el que quiere morir porque no puede elegir otra cosa.
 
Quiero dejar de ser la mujer que tuvo un pasado oscuro, quiero ser la del futuro prometedor, la que sonría sin tener que esforzarse, que no está bien porque toma antidepresivos. Necesito saber, necesito tener garantías de que en algún momento voy a ser feliz con continuidad; que mis desvariaciones van a acabar en algún momento, en algún futuro cercano. Quiero dejar de ser inconstante y absurda y quiero por fin poder tomar una decisión que dure más de cinco minutos. Quiero ser fuerte. Quiero tantas cosas… y aquello es un signo de fortaleza, de crecimiento. Antes no quería nada, no quería, no. era la negación en persona, era la nada misma: nada de comida, nada de deseos, nada de nada. Solo la acuciante necesidad de dejar de existir, de ser nada.

Estas noches suelo ir al cine demasiado a menudo y excesivamente sola. No porque no disfrute de la compañía sino porque no encuentro con quién compartir lo que me pasa.

Nadie en mi círculo social puede entenderlo, es decir, nadie puede entender acabadamente el sentido de no saber quién soy. Pueden darse una idea y decirme: “ya vas a estar bien” pero no es eso lo que necesito.

Me llena de impotencia y dolor escuchar frases que se repiten. Que algunas de las cosas que me llenan de ilusiones sean las mismas que me desalientan. Que una persona pueda seguirme causando rechazo y amor al mismo tiempo. Que pueda seguir amando y odiando con similar intensidad a la misma persona.

¿Cómo puedo no confundirme? Y al mismo tiempo estoy tan sola… tan rodeada de gente, de lugares comunes, de frases célebres y palmadas en el hombro que no me ayudan en nada. Tan sola me siento.

Pero estoy sola, no hay manos que me sostengan. Aquellas que sé se ofrecerían sin dudarlo no son tan fuertes como para sostenerme sin caerse conmigo y no quiero que nadie lo haga. Si voy a hundirme lo haré sola, nadie merece hacerse cargo de lo que me pasa o de los recuerdos que me invaden. Debo ser fuerte, afrontar lo que me toque, ser artífice de mi destino e intentar por lo menos que quienes sufrieron conmigo no vuelvan a saber de mi dolor.

Sobrevivo. Paso por alto lo negativo, lo reprimo, lo guardo en lo más recóndito de mi ser, lo convierto en mentiras, en historias de cosas que jamás pasaron.

Sin querer estaba dañándome otra vez, casi sin pensarlo. Lo que me ayudaba me destruía, una vez más.

Otra vez yo, sola. Desconcertada, esperando encontrar no sé qué cosa. Casi ni queriendo encontrarla. Si me preguntan qué será de mi vida, contesto que aún estoy en busca de lo que me gusta. Lo cierto es que ya sé que nada me gusta y que no tengo nada que hacer.
Vivir porque sí, porque ni siquiera te molestas en matarte. Porque ni siquiera eso te atrae. Vivir esperando que algún día aparezca una pizca de interés o un rasguño de emoción o incentivo por algo. Casi por inercia. Esperar que los días sean todos iguales. Buscar cosas para hacer, no por placer sino para evitar el dolor que supone seguir respirando.

Sí, nunca me van a ver en pena y llorando, porque nunca voy a demostrar lo que verdaderamente siento.

 Sobrevivo. Paso por alto lo negativo, lo reprimo, lo guardo en lo más recóndito de mi ser, lo convierto en mentiras, en historias de cosas que jamás pasaron.

La gente me da miedo: no quiero contar porque sé que no van a entender. Sé que no puedo escribir todo lo que me pasa porque no hay palabras existentes para describirlo. Nadie va a entender jamás lo que me pasó. Ojalá tuviese videos, ojalá pudiese entregar a cada persona que entra en mi vida un disco con mis datos. Ojalá, así nadie se decepcionaría, así nadie crearía demasiadas expectativas conmigo. No, no soy brillante ni la mejor, no soy la más coherente tampoco. Soy poco y de lo poco que soy poco entiendo.
Me he dejado pisar, basurear, usar. He dejado que hicieran lo que quisieron con mi cuerpo, con mi mente y mis deseos pero siempre quedó firme la idea de amarte para toda la vida. Una idea perpetua y perenne, casi inata. De muchas cosas jamás me recuperaré, otras tantas las olvidaré con el tiempo. Cada una de ellas me ha dejado una marca.

Solo él puede decidir cuándo no vamos a vernos. Por lo demás no me preocupo: lo conozco, sé que no va a ser feliz con nadie porque ni siquiera es feliz consigo mismo. Siempre volvió, siempre vuelve, siempre va a volver.

Sos parte de mí y sin embargo ya no te quiero.

Hoy aprendo a descubrirme, a saber quién soy. Siempre seré absurda, siempre contradictoria...

Soy útil, fiel, inútil, inteligente, puta, alegre, obsesiva, virgen, hermana, hija, prima, novia, amante, amiga, compañera, confidente, traidora y leal entre otras cosas. Ese es mi modo operativo, así soy: absurda. Me entiendo en mi desorden, en mi incoherencia. Soy todo, depende del día.

Soy absurda. Soy lo que el mundo quiere que sea. Entiendo mis necesidades y que Alejandro me circunda. Entiendo que mi necesidad es él. Que sin dolor no existo, que me consume la melancolía. Que lo único peor que sentir dolor es no sentir absolutamente nada. No soy más que un ser que vive por casualidad. Quiero existir, quiero sentir.

¿Qué es normal? Amarte tanto y sin explicaciones, sin silencios. Con esta tristeza profunda e interminable. Eterna, siempreviva. Una melancolía inmortal hasta en los momentos de júbilo. Tristeza que no me abandona, que me ahorca, que me ahoga y aún así no me mata. Quererte tanto hasta volverme loca, perder identidad para cumplir tus deseos, llenarme de tus peticiones…
…y deseando profundamente que el sentimiento desaparezca. Mirándome inexistente cuando por fin la melancolía se va. Rogando que vuelva la tristeza: quiero por lo menos sentir algo. Y algo incluye dolor. Peor que sentirse mal es no sentirse. Y ya no siento.


I tried to be perfect...

No estoy de acuerdo con los que dicen que lo perfecto no existe. Yo les preguntaría: ¿Nunca vieron un amanecer?, ¿Un nene sonriendo, qué simplemente es feliz por recibir algo tan simple y tierno como un abrazo?, ¿Nunca tuvieron la oportunidad de sentarse en la arena y mirar el mar? ¿Nunca le prestaron atención a un colibrí cerca de una flor? Y podría seguir diciendo mil cosas más pero creo que ya llegué al concepto que quería llegar. Bueno, para mi todo eso que dije y más es la perfección... Tiene una mezcla de paz, amor y felicidad, tiene ese "no se qué" que te hace sentir feliz con sólo observarlo; ese poder de alejarte de la realidad que tanto nos consume... Asi que, cualquier cosa que te haga sentir así es simplemente PERFECTO.
 El problema es que sólo la naturaleza y los niños lo son, porque los une algo: el no tener maldad. En mi mente algo transtornada y cambiante puedo afirmar que "En dónde no hay maldad hay perfección". El tema es a medida que vamos creciendo, dónde esa ingenuidad se ve corrompida por la sociedad y en mayor medida, por quienes nos rodean, entonces, nos olvidamos de los amaneceres, los abrazos y de todas esas cosas que ayer nos podían alegrar la vida, ya que NO nos conforman, necesitamos más que un amanecer para ser felices, necesitamos más que un abrazo para ser aceptados y es ahí donde fallamos... En MI opinión, el ser humano nunca va a ser perfecto porque es demasiado ambicioso, algo que me parece bien ya que es lindo sentir que uno "progresa" en la vida, pero por otro lado es un castigo, para que se entienda voy a usar un ejemplo: Tenés 2 remeras y sabés que estás bien así, pero creés que cuando tengas 3 va a ser perfecto; te esforzás y conseguís esas tercer remera, pero al tenerlas a las 3 en tus manos, te olvidás que en algún momento tuviste 2 y estabas conforme, sólo sabes que tenés 3 y que necesitas una cuarta remera y así se convierte en un "Círculo vicioso" dónde cada vez necesitamos más, más y más, ¿Para qué? Para nunca lograr lo perfecto, porque rapidamente nos olvidamos de nuestros comienzos y nunca nos conformamos...

Cada persona es un mundo, y buscamos lo perfecto de distintas maneras... En mi caso creí que pesando 40 kilos iba a ser perfecta... No pesé 40 kilos, pesé 35 y ya era casi un vegetal que se había alejado del mundo y ni siquiera sentía estar cerca de ser perfecto, porque cada kilo bajado se iba transformando en un castigo y porque no me conformaba ESE kilo, siempre quería que sean más y más para lograr ese objetivo que realmente no estaba a mi alcance... Resumiendo todo lo que escribí, en mi humilde opinión lo perfecto existe... que el ser humano adulto nunca lo sea es algo totalmente diferente...


Amo esta canción, me levanta el ánimo:
Pieces

 I tried to be perfect
but nothing was worth it,
I don't believe it makes me real.
I thought it'd be easy
but no one believes me.
I meant all the things I said
If you believe it's in my soul,
I'd say all the words that I know
just to see if it would show,
that I'm trying to let you know,
that I'm better off on my own

This place is so empty,
my thoughts are so tempting.
I don't know how it got so bad, 
sometimes it's so crazy
that nothing can save me,
but it's the only thing that I have.

If you believe it's in my soul
I'd say all the words that I know 
just to see if it would show,
that I'm trying to let you know
that I'm better off on my own.

I tried to be perfect,
It just wasn't worth it,
nothing could ever be so wrong.
It's hard to believe me
It never gets easy
I guess I knew that all along.

If you believe it's in my soul
I'd say all the words that I know,
just to see if it would show
that I'm trying to let you know,
that I'm better off on my own.

 Sum 41.

Abzurdah de Cielo Latini.

Sin dudas el mejor libro que leí, odio ciertas críticas que recibe, dónde lo tildan de un libro que "induce a las adolescentes a ser anoréxicas y bulímicas", o sea, la leo y releo y no le encuentro sentido a la frase... Yo puedo leer una novela negra sin tener la necesidad de ir a cometer un acto criminal porque es algo que en mi cabeza no se cruzó y no se cruza y... (no digo cruzará porque uno nunca sabe :O). En fin, lo que hace este libro es simplemente reflejar la realidad de muchas chicas de hoy en día, sólo eso, "reflejar". Lo que sucede es que es mucho más sencillo inventar una realidad en dónde los culpables son realmente las víctimas. No sé si me explico, pero el punto es que es más sencillo insultar y culpar a una simple chica que relata la historia de su vida antes que a los famosos diseñadores que invierten fortunas diseñando ropa para mujeres adultas con peso de nenas, o a las grandes, famosas y reconocidas marcas y tiendas de ropa en dónde si tenés 2 ó 3 kilos de más no sos del target para usar su ropa, y finalmente, a nosotros mismo, A LA SOCIEDAD QUE ELEGIMOS CONSTRUIR!, Dónde solo nos fijamos en una persona por cómo es por fuera, por cuánto mide y pesa; parece que esos 2 elementos son los únicos que nos importan para valorar a alguien, si es buena o mala persona no nos interesa... Y así estamos, haciendo sufrir y odiarse a pobres chic@s que sólo buscan ser aceptados y poder ser parte de esta mierda de sociedad que elegimos construir día a dia. Bueno, me fui de tema y olvidé el motivo de esta nota, siempre me pasa, me voy de tema, se me cruzan mil ideas en la cabeza y quiero ponerlas a todas y tratar de que esto tenga sentido... Bueno, volviendo al libro y las criticas, no me agradan, primero, porque me doy cuenta que el 95% (?) de las personas que lo critican jamás sufrieron un e.d, entonces, si vos no lo sufriste no tenés el mínimo derecho a criticarlo, porque NO SABES lo que es pasar por esto. Y segundo, antes de comenzar a leer este libro ya sabes minimamente que es la historia de una chica con e.d entonces, si no te interesa el tema, no lo leas o simplemente ahorrate los comentarios (que por cierto no tienen ningún sustento y son bastante incoherentes). Pero bueno, dejando un poco de lado la bronca que me da la gente que critica sin saber lo que es pasar por esto, es un excelente libro, donde l@s que han pasado, pasan e intentan superar estos transtornos nos podemos reflejar perfectamente y sobre todo, comprenderla, sin juzgarla. Y que quede claro una última cosa, NADIE se mete en esta enfermedad por estar de moda o por leer un libro, a lo mejor le sirve de "guía" pero lo que te impulsa realmente es la sociedad, es la moda y el prejuicio que día a dia nos toca vivir.


Si te interesa leerlo: clic aquí xD